jueves, 7 de septiembre de 2017

COMA


-       - Tuve miedo, tuve mucho miedo de no volverlos a ver-
 Me decía él mientras yo le miraba su cara pálida y la cantidad de cables que tenía en sus brazos. En la pared había seis máquinas cada una con un medicamento diferente, arriba había uno en especial, el de los signos vitales, que por cierto no me mostraban nada bueno.
- Vení veo el tatuaje, acuérdate que por tradición debes tenerlos en números impares, supuestamente si tienes tatuajes en pares trae mala suerte.
Sus respiraciones eran forzadas, el cable que le daba oxigeno por la nariz no lo dejaba respirar bien, ¿o no podía hacerlo bien? Bueno, me reí por un momento con él mientras observaba cada detalle de la habitación. En el lado derecho había un papel con los datos personales:
NOMBRE: CESAR AUGUSTO RESTREPO GARCES
EDAD: 38 AÑOS
RIESGO DE CAÍDA: ALTO
El celular se me estaba descargando ¿En cuál de tus brazos puedo conectar el cargador de mi celular? Sonríe levemente mientras su respiración sigue siendo ahogada. Decido que es hora de irme y darle paso a otro familiar que lo quiera ver.

Ahora que estoy sentada en una habitación de la UCI viéndolo con un tubo en su garganta, el cual le está ayudando a respirar, con muchos más cables de los que vi antes, empiezo suavemente a tocar su mano la cual está hinchada por la retención de líquidos, para sorpresa mía mueve una ceja y sus parpados, es duro verlo ahí, es muy joven pero también es muy fuerte y no puedo alejar de mi mente su risa burlona y de nuevo tengo ese estúpido pensamiento: El miedo de no volverlo a escuchar, quisiera pensar que su vida está poniendo una coma para seguir adelante, pero no es posible saberlo, podría ser un punto final.

sábado, 1 de abril de 2017

FRENTE A USTED




Era de noche, hacía un poco de frío así que decidí encender la chimenea para que ella se sintiera un poco más a gusto, serví dos tazas de café e intenté controlarme para no salirme de mis cabales.
Desde la ventana pude observar como caminaba hacia la casa, se le veía en la mirada lo fría en su corazón, sus pisadas eran fuertes y seguras, como si no tuviera ningún arrepentimiento de lo que alguna vez hizo.
Cuando tocó la puerta, lo hizo de una forma tan controladora como siempre… Toc, toc, toc…
Se me heló la sangre y me quede pausada en la silla, sin parpadear… volvió a sonar la puerta tres veces, y ahí desperté… Me levanté, tomé la manija de la puerta y la saludé con la mano, ella estaba tan fría como cuando encontré a mi madre muerta.
La invité a entrar, le serví un café y lo coloqué encima de la mesa…
-       Empecemos sin rodeos – Me dijo ella al ver que yo buscaba mis preguntas.-
Bueno, pues, empecemos, le dije yo.
¿Cuándo planeó el asesinato de todas esas personas?
En realidad no fue planeado, simplemente un día me levanté con ganas de sangre, y busqué la manera de encontrar una familia numerosa, ellos vivían  a la vuelta de mi casa, eran aproximadamente 10.
La señora, que prefirió nunca decir su nombre, bebió un sorbo de su café y le colocó tres cucharadas más de azúcar - Quizás le supo amargo- pensé yo.
¿Serías capaz de narrar como lo hizo?
Claro que sí, ni que tuviera miedo… Entré a la casa con la excusa de que era una forastera y necesitaba el baño, la casa a la que decidí entrar era la 323 y habían diez personas, aunque al inicio eran once, y no sé cómo una niña logró escaparse, pero bueno, el caso es que antes de entrar al baño tomé a una niña de aproximadamente cinco años del cuello, amenazándola con un cuchillo.
Todos se alarmaron y yo les ordené que se arrodillaran, todos tenían una cara de miedo, y eso era lo más excitante para mí. Así que al amarrarlos a todos empecé a subir uno por uno, a la terraza y cuando estaban ahí, los empecé a asesinar, desde el bebé hasta el abuelo…

Me temblaban las manos y sentía unas ganas por  matarla, pero pude contenerme, esa no era la manera en que ella debía pagar.


¿Y cómo está usted aquí? Digo, ¿Cómo está libre?
El dinero, pagué 5 años de casa por cárcel, porque alegué un ataque de rabia, y la juez me creyó.
Ella empezó a toser, mientras yo sentada en mi silla la miraba, mi corazón latía a mil por la adrenalina que sentía. Vi como de su boca empezaba a salir sangre, e inmediatamente llamé a la ambulancia, aunque sabía que era muy tarde, el veneno para ratas que había puesto en su café no demoraría mucho en acabar con su vida.
Cuando escuché la ambulancia, y antes de que ella cerrara los ojos, la miré directamente y le recordé, que yo era quien había escapado de esa casa el día de la masacre de mi familia, ese 24 de diciembre en el que todos compartíamos, ese mismo día donde mi infancia se destruyó.
Todavía guardo ese día en mi mente, y la satisfacción que sentí al verla caer.
Como sentencia, solo recibí unos días en un hospital psiquiátrico, porque en mi defensa, dije que había sido un ataque de rabia.

lunes, 3 de octubre de 2016

Punto de quiebre.

Nos mirabamos, pero no lograbamos concretar nada.
Vos me pedías permiso para tomar una cerveza, y yo (que la odio) me reía, porque no tenías porque hacerlo, demasiado formalismo.
Caminar por esa loma burlandonos de lo que nos pasaba, de lo que eramos, y de lo que sabíamos que no ibamos a llegar a ser.
Vos con tu sonrisa perfecta y tus crespos y yo, pues yo, sin ganas de que me miraras, porque como siempre lo has sabido, odio que me miren.
Me reía entre dientes, pensaba en si seguir con este juego, o simplemente pararlo, tomar mi camino, sin siquiera despedirme, porque no era necesario, nuestras miradas lo decían.
Me daban ganas de abrazarte, y efectivamente lo hice, ¿ o lo hicimos?
el caso es que no lo sentimos, era demasiado supercificial, y luego vino eso, pues vos sabes a lo que me refiero, la sonrisa, ¿ seguimos engañandonos? ¡ Par de pendejos! ¿ Por qué seguir intentando algo que siempre sabíamos que no iba a funcionar? Nos ilusionabamos entre palabras, pero algo hay que aceptar, la buena compañía, que todavía recuerdo, miro cinco años atrás, y vos sos esa persona con la que me sentaría de nuevo a mirar el cielo de Cali.
Yo era demasiado frágil, y vos demasiado vos.
Si lo sé, demasiado niña pa vos, demasiado de casa.
Vos con tu desequilibrio de gamín y burgués, y yo con mi desequilibrio de razón y corazón.
Ahora después de tanto tiempo, estoy segura de mi cabeza gacha a la despedida, del beso fugáz que nos dimos, sin sentimientos, solo de melancolía, ¿o no? no, en realidad fue de no sé, formalismos, como siempre nosotros de pendejos.
Creeria yo que fue la última vez que nos vimos.
¿ Hasta mejor no? La despedida más atípica, cuando me soltaste la mano, yo sabía que era para siempre, o bueno, eso esperaba.
Y ahora te respondo la pregunta, después de tanto tiempo, pero bueno, así somos nosotros, raros.
No quería nada, odio el sabor a cerveza, odiaría intentar atar una persona que siempre ha sido libre, no podría lidiar con alguien que no me brindara una estabilidad, y así vos lo prometieras, los dos, en el fondo sabíamos que no iba a pasar.
Vos sos de inestabilidades y yo, soy demasiado psicorígida.
Pero algo tengo que aceptar.
Sos el mejor punto de quiebre que pudo pasar por mis días.


viernes, 23 de septiembre de 2016

EL BIBLIOTECARIO



Llovía mucho, como nadie se imagina que puede llover en Cali, y es que los ignorantes dirán - ¿Mirá vé, en Cali ji llueve? - Con ese intento fallido de copiar el acento valluno. Sí, si llueve y mucho, tanto que los ríos se llenan a punto de desbordarse, la ciudad colapsa, tráfico, derrumbes, árboles caídos, accidentes…
Él iba caminando por pleno Boulevard, donde no hay un techo que lo pueda cubrir de semejante tempestad mientras pisaba las hojas que el viento había llevado hasta su camino, se sentó en unas de esas sillas incómodas que hay ahí, y vio como cada gota proveniente de su abundante pelo se deslizaba ahora sobre sus brazos, y llegaba hasta abajo de sus manos, donde la ley de la gravedad ejercía su fuerza y las hacía caer al piso, mezclándose con una cantidad imposible de contar. El tiempo que pasó ahí fue lento, o por lo menos él lo sintió así, muchas veces se había repetido que su vida era algo muy cotidiano, envuelto en unas rutinas diarias, así que había decidido romper algunas reglas de su vida, y salió a caminar justamente ese día, donde el agua le inundaba los pensamientos. Se acostó en aquella incómoda silla, haciendo así que el agua deslizara por su cara y desde ahí lograba ver cada uno de los rayos que alumbraban el inmenso y oscuro cielo de la ciudad.
Solo había un pensamiento que aquella tempestad no lograba acallar ¿Qué hago con mi vida? Y por más que lo intentaba no lograba ni responderla, ni olvidarla. Cerró lentamente sus ojos e intentó concentrarse en cada uno de los sonidos, escuchaba las gotas caer a los charco, el sonido del río que bajaba de los farallones, y así las lágrimas se confundían con el agua, si alguien lo viera, seguramente no alcanzaría a notar cada uno de los sentimientos de tristeza que se iban yendo por la acera.
Todo un escritor, tantos halagos, premios y felicitaciones que he recibido, y no me sirven de nada – se repetía una y otra vez- ¿De qué sirve que todos crean que eres el mejor, si tú no te sientes así? Decidió seguir caminando sin rumbo alguno, iba con su cabeza gacha, él no odiaba el mundo, él se odiaba así mismo, a todos les gustaba como escribía, pero jamás se les pasó por la cabeza que cada historia era una vivencia, recuerdo o fantasía de él; todos sus textos tenían algo demasiado perverso, tanto que a nadie se le pasó por la mente, que semejante hombrecillo tuviera el impulso de cometerlos.
Cuando por fin decidió levantar la cabeza se encontró con una imagen, que con seguridad jamás olvidará: En la esquina de la calle 8° con 7° había una especie de kiosko al cual no le cabía un libro más, ¿Cómo llamarlo? ¿Librería? ¿Biblioteca? ¿Tendría ese pequeño espacio el derecho de poseer un nombre con tanta sabiduría? Se acercó lentamente y empezó a observar todos los libros que se vendían ahí, obras clásicas, juveniles, marginados, reconocidos, revistas... En fin, muchísimos mundos para un escritor tan joven.
¿Buenas tardes? Le preguntó el anciano dueño de ese lugar, desde lejos le alcanzó a percibir ese olor a cigarrillo y café ¿Acaso lo podría olvidar? Después de vivir estar tanto tiempo en bibliotecas, ese aroma era demasiado común. El anciano se quedó mirándolo fijamente, y podría jurar que casi sonrió, no hubo necesidad de palabras, el anciano colocó una silla a su lado, tomó dos tazas de café y le entregó una al joven, -Vamos muchacho, no tienes que contarme nada, en tus ojos veo la tristeza, pero si te puedo decir algo, no hay nada en el mundo que un café y un libro no puedan mejorar-
Él no pensó en nada, en ese momento su pregunta jamás volvió a tocar su cabeza, estaba mirando fijamente el universo que podía encontrar en tan pequeño lugar, habían obras que jamás vería en las bibliotecas de la ciudad, eran tan llamativos, que no fue capaz de resistirse a volver ahí, todos los días del año sin importar el clima.
Y así terminó la historia, justamente cuando el anciano con aliento a café y cigarrillo, cerró el libro, el joven, la lluvia, las lágrimas y la tristeza se habían esfumado, y es que esa historia ya había pasado hace muchos años, y el escritor de ella todavía vivía en un pequeño kiosko oxidado, donde a diario esperaba cambiar la historia de unos cuantos más, o por lo menos, releer la suya.

lunes, 9 de mayo de 2016

PARA USTED.

Esto no es un escrito de los que acostumbro hacer, en realidad esto es más una carta, sin un nombre exacto que identifique el para quien, pero si con una persona exacta, que estoy totalmente segura de que se reconocerá, y quizás algunos cercanos lo identificaran.
Esto va para usted, el que compartió tantos juegos de mi mano, el que ganó carreras corriendo que al final solo nos daba un status entre los dos : “El más rápido”. Usted, el que alguna vez creyó que no podía más, que no podía seguir adelante y yo decidí sostener tu mano, para que supieras que siempre estaría para ti. A usted, que me hizo promesas que quizás ya ni te acuerdas, pero que en mi corazón están guardadas bajo alta seguridad. A usted que compartió los mejores años de mi vida, los mejores recuerdos y sobre todo, los mejores momentos. Si, a usted, el que parecía el hombre más debilucho, pero el más noble y tierno con los animales, el más sensible, y el más caballeroso en cualquier fiesta que llegaba, a usted que siempre he extrañado, que desde que partió rumbo a un lugar muy lejano, lo sentía aquí, a mi lado, durmiendo todas las noches conmigo, y despertándome todas las mañanas para ver muñecos.
Quiero decirle a usted, que lo recuerdo como el niño que eras, que no quiero que crezcas, y obviamente no me refiero a estatura, me refiero estrictamente a ser la persona maravillosa que conocí, quiero decirle que usted es muy especial como para guardar rencores, que te ha tocado que enfrentar uno de los peores problemas que un niño débil y prematuro podía tener: la ausencia de un padre. Pero no de una figura paterna, porque siempre la tuviste, nunca te faltó amor, ni sonrisas, y muchos menos cosquillas. A usted, que se pone rojo cuando se enoja, que aprieta los puños cuando se siente impotente, que levanta una ceja cuando escucha ideas, a usted, no le quiero decir que no haga su vida, quiero decirle que la viva, que la disfrute pero siempre siendo agradecido.
A usted, que se le olvidó que el día de la madre es lo más importante, no estoy mendigando amor, porque se que en tu interior hay suficiente, solo que no se en que momento decidiste reprimirlo.
No te pido muchas cosas, solo que haga una introspección y se responda si en verdad es feliz. A usted no le estoy pidiendo que abandone personas, no, eso jamás, porque tu sabes el dolor que causa eso, y yo lo sé también.
A usted, que recuerdo con sus carcajadas gigantes, quiero decirle que usted se ha convertido solo en recuerdos selectivos. Que quiero vivir en su presente, que no me basta con un mensaje online, mi idea no es sacarte en cara cosas, mi idea es que intentes entender como me siento, como nos sentimos.
Esta carta no va para ningun nombre en especial, va para un HOMBRE en especial, que quiero que entienda que no está solo, que lo amo, como mi hermano, como mi gemelo, como mi otra mitad. Porque yo se que él, o bueno, que usted me entiende, porque no somos como esos gemelos que alguna vez vimos en televisión que tienen telepatía, pero si tenemos sentimientos y son muy parecidos, o por lo menos es lo que lucho por recordar.
A usted, quiero pedirle que no me responda, que no me diga “gracias micha” o “lo leeré después” a usted quiero decirle que por favor, tome medidas en el asunto, que me duele sentirlo tan distante, que un mensaje no me sirve, que yo quiero ver acciones, y si no las toma, pues está bien, asumiré tu parecer, y tomaré distancia, no por resentimiento, si no porque es lo que has decidido, y lo que como personas mayores que ahora somos, debo respetar. Pero recuerda, que siempre, siempre, siempre, estás presente en mi vida, que no hay un día de mi vida que no piense en como estás.
Escribo esto porque me cansé, me cansé de prometerme que todo estará bien, que tu volverás, que no te volveré a escribir jamás, te escribo esto, porque nunca había plasmado tantos sentimientos en una hoja, te escribo esto porque te amo,
Con mucho amor
Micha.

domingo, 27 de marzo de 2016

Pedazos.

Se quebraba con cada apreton de manos.
Se rompía con cada abrazo.
Se arrepentía con cada mentira que le decía.
Porque él era el amor de su vida.
Pero él también estaba ahí no solo para amarla a ella, si no
a muchas otras.

viernes, 25 de marzo de 2016

SUBCONSCIENTE


Su vida no es muy complicada, desde que tiene uso de memoria vive en la misma habitación, mejor dicho, hace 17 años
Pasa la mayoría de su vida acostado en una cama muy dañada, acobijado con una manta que no sabe su origen, ésta es tan corta que no lo cubre totalmente.
La habitación es pequeña, tiene un baño, una cama y dos cajas, una que esta llena de cuadernos nuevos y otra de cuadernos viejos con lo que él ha escrito durante toda su vida… ¿vida? ¿acaso se podría llamar así?
En cada página de esos cuadernos hay una historia catalogada “malos pensamientos” desde matar a sus padres hasta torturar animalitos, cada uno tiene un registro detallado de como la mente hace malas jugadas.
A él lo han puesto en esta habitación con un solo fin: Transcribir lo que a un ser humano se le pasa por su mente. Quisiera decir que es fácil, pero no, no lo es, las paredes que al inicio estaban pintadas de blanco, ahora tienen un color mugriento en el cual, a falta de hojas y a exceso de emociones ha roto a puños, ha dibujado sus peores pensamientos.
Pero hoy es el día, el día en que se revelará, porque ¿de qué sirve tener tantas cosas escritas si no se pueden llevar a cabo? A él lo suelen llamar subconsciente, y es el responsable de nuestras más grandes perversiones, pero hoy, hoy es día en que actuará, y esperemos que no sea en el de nosotros, los lectores, si no en otra persona que está muy lejos, esta dejará de respirar, y preparará todo un ritual para dejar de existir, no porque esa persona lo quiera, si no porque su gemelo creado en su propia mente ya ha llenado muchos cuadernos, paredes, pisos, y cualquier lado donde pueda escribir, ya no tiene como calmarse, ahora solo desatará una serie de acciones que no tiene forma de llamarse “buenas”.
Alguien se bañará en sangre hoy, alguien será victima de unos cuantos malos pensamientos que rebosarán del hemisferio cerebral derecho de alguna otra persona.
Quizás a él le hará falta que las áreas ventromediales prefrontales del cerebro estén activas para que no vea al mundo fragmentado, y le cree una falsa ilusión de felicidad, falta de dopamina y otros cuantos elementos que nos hacen sentir “bien”.
Pero a él no, a él le llegó la hora porque sus “malos pensamientos” lo llevaron a cometer el peor asesinato que puede existir.
El suyo.